La Web cumple 25 años

¿Quién podría imaginarse un mundo sin Web? Probablemente, ya, casi nadie. Sin embargo, todas las personas mayores de treinta años hemos pasado la mayor parte de nuestra vida sin otra conectividad que la del telégrafo, teléfono y fax. Bueno, es cierto, algunas personas tenían conectividad de datos en el trabajo con anterioridad. Pero sólo si pertenecían a ciertas universidades, centros de investigación y departamentos de defensa. Todavía no tenemos perspectiva histórica para valorarlo adecuadamente; pero creo que no es exagerado afirmar que la Web ha supuesto y supondrá para la Humanidad una revolución mayor, incluso, que la invención de la imprenta por Gutenberg a mediados del S. XV.

No es mi intención hacer en este post un paralelismo entre imprenta y Web: sólo daré unas pinceladas. La imprenta indudablemente posibilitó el flujo de ideas y el acceso al saber, haciéndolos alcanzables en territorios distantes y por una población cada vez mayor. Además, le dio sentido al aprendizaje de la lectura. Los textos anteriores tenían que ser trabajosamente copiados por amanuenses, esto es, por personas que lo hacían a mano. Cada reproducción era una obra artesanal, resultado de muchísimas horas de trabajo. Sin embargo, la difusión social del texto impreso llevó su tiempo. Hasta el S. XVIII la lectura estaba limitada a las élites intelectuales, políticas y religiosas. No obstante, en el S. XIX la imprenta fue un medio importante de movilización de masas, al tiempo que se extendía la alfabetización y se multiplicaban los periódicos. La Web, por su parte, en dos décadas escasas se ha hecho accesible a la tercera parte de la población mundial. Es un espacio virtual en el que está disponible, en todo momento, prácticamente toda la información que podemos desear, sea para el aprendizaje, el ocio, la relación social o, simplemente, la curiosidad. Además, los dispositivos móviles hacen posible la interacción cuando nos desplazamos, desde más y más lugares. Millones de personas están consultando información o interactuando en redes sociales, a través de sus teléfonos móviles y tabletas, en cualquier momento que podamos señalar. Produce vértigo pensar, por ejemplo, que en sólo diez años Facebook cuente con más de mil cien millones de usuarios registrados.

Internet es anterior a la Web. De hecho es heredera de una red de datos, llamada ARPANET, que desarrolló el Departamento de Defensa de EEUU en los años sesenta y setenta del siglo pasado. Algunos servicios que ahora asociamos a Internet, como el email, el chat y la transferencia de ficheros (ftp) nacieron en esos años. En los años ochenta, se interconectaron centros de investigación y universidades. Hacia el final de la década comenzó el servicio comercial, se liberó el código de los protocolos telemáticos y ARPANET dejó de operar. Había nacido Internet.

El doce de marzo de 1989, Tim Berners-Lee, que era un consultor independiente, presentó una propuesta al CERN.  Quería desarrollar un sistema de gestión de la información, que funcionaría sobre Internet. El CERN es un organismo científico europeo que desarrolla y gestiona los grandes aceleradores de partículas, necesarios para la investigación en física de alta energía. En particular, el CERN alberga el mayor y más costoso instrumento científico jamás construido, el Gran Colisionador de Hadrones, con un coste de unos 7.500 millones de euros. Impresiona, por ello, que Tim Berners-Lee sólo solicitara en su propuesta un equipo de dos personas, trabajando durante seis o doce meses. La motivación del proyecto era facilitar el intercambio de información entre científicos trabajando en centros distantes. Los evaluadores del CERN consideraron la propuesta «vaga pero excitante» y la autorizaron. Es ésta la razón de que el doce de marzo se considere el aniversario de la Web.

El proyecto fue un éxito. Inicialmente se limitó su uso al CERN y sus colaboradores. Pueden acceder, si lo desean, a la primera página Web, donde, por ejemplo, pueden ver los veintiséis servidores que había en todo el mundo en 1992. En abril de 1993, el CERN liberó el software de modo que cualquiera pudiera utilizarlo sin tener que pagar una licencia. La proliferación de portales, páginas y usuarios fue fulgurante. El mundo en lo sucesivo sería diferente.

Para finalizar este post quisiera referirme a los tres grandes retos del futuro de la Web, mencionados por  Tim Berners-Lee con ocasión del veinticinco cumpleaños de su revolucionaria invención:

– ¿Cómo hacer accesible la Web a las dos terceras partes de la población mundial que aún no cuentan con ella?

– ¿Quién tiene derecho para recoger nuestros datos personales, con qué propósito y bajo qué normas?

– ¿Cómo desarrollar una arquitectura abierta de altas prestaciones, que funcione en todos los dispositivos, y se mantenga libre de derechos de propiedad industrial que limiten su uso?

En otros posts tendremos oportunidad de hablar de todo ello. ¡Feliz cumpleaños a la Web!

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